Una semana en Letonia permite explorar buena parte de los tesoros nacionales más allá de la atrayente capital.
Tras Riga, se visitan los bosques cercanos a Sigulda, plagados de castillos, antes de ver el búnker soviético secreto de Līgatne y la fortaleza de piedra de Cēsis. Después se puede ir a Latgale, la zona de los lagos, y dormir en una casa de huéspedes o en un camping a orillas del lago Rāzna y visitar la basílica de Aglona.
Se vuelve a Rundāle para apreciar la opulencia del palacio antes de alcanzar la costa en Liepāja, capital de la música de garaje letona, y el melancólico barrio de Karosta. Un desvío al interior lleva a Kuldīga, uno de los pueblos más pintorescos del país; se puede pernoctar en la costera Ventspils. Conviene visitar el cabo de Kolka, donde el golfo de Riga y el mar Báltico se unen de manera espectacular.
Siguiendo la costa y el rosario de pueblos aislados se llega a Jūrmala, la localidad turística más famosa del Báltico. Finalmente se regresa a Riga.